La práctica de cualquier actividad física provoca un aumento en el consumo de energía por parte de nuestro cuerpo, a la vez que se produce cierta pérdida de líquidos y de electrolitos a través de la transpiración y sudor. Para que los beneficios de la actividad física sean completos es necesario que compensemos dichas pérdidas. Si el nivel de actividad es leve o moderado, la compensación se consigue a través de la alimentación habitual, siempre que sea completa y equilibrada. Cuando el nivel de actividad aumenta un poco, es importante prestar más atención a los líquidos y alimentos que elegimos, tanto en calidad (tipo de alimento) como en cantidad. Así aseguraremos una recuperación completa y ganaremos en calidad de vida.