Los hidratos de carbono tienen como función principal aportar energía al organismo. Proporcionan 4 Kcal por gramo, y además regulan el uso de otras fuentes de energía como son las grasas y las proteínas.
Están presentes de forma natural en alimentos como los cereales y legumbres y, en menor cantidad, en frutas y verduras; o bien pueden ser añadidos como ingredientes en productos como los refrescos, los dulces o la bollería, entre otros.
Los hidratos de carbono pueden ser compuestos pequeños, con cierto grado de dulzor y fácilmente digeribles como la glucosa, fructosa, lactosa (azúcar de la leche), o la sacarosa (azúcar de mesa): son los llamados hidratos de carbono simples. Mientras que las legumbres, cereales y tubérculos contienen almidón, de mayor tamaño y de más lenta digestión. También existen hidratos de carbono no digeribles como la fibra de la dieta, que se encuentra por ejemplo en los cereales integrales o en las legumbres. Una dieta variada y equilibrada debe incluir legumbres, tubérculos, cereales y sus derivados, como mínimo cuatro veces al día, para aportar al cuerpo la energía que necesita de forma paulatina.
Son abundantes en: arroz, patatas, garbanzos y higo.