¿Qué hace que nos fijemos en un alimento en concreto? A través de nuestros sentidos, las personas nos fijamos en aquellas cosas que nos parecen atractivas, o simplemente que nos llaman la atención. Algo que puede llamar la atención sobre un alimento es el color. Un producto alimentario con un color interesante tiene más opciones de captar nuestra atención, mientras que uno con un color apagado puede que no lo haga. Incluso podemos acabar rechazando ese producto, el cual se echaría a perder. Aquí entran en juego los colorantes, un tipo de aditivos que añaden color a nuestros alimentos.
Colorantes en la alimentación
Como su propio nombre indica, los colorantes nos sirven para aportar color a los alimentos. Sin embargo, existen diferentes razones por las cuales se añaden a los alimentos:
- Compensan las pérdidas de color que pueda tener el producto al exponerlo a la luz, el aire, la humedad o los cambios de temperatura
- Realzan sus colores naturales
- Añaden color a los alimentos que, de base, no lo tienen
De esta manera, se consigue potenciar el color del producto o devolverle el color original que había perdido.
Actualmente podemos encontrar 41 colorantes autorizados para su uso. Para que estos puedan ser añadidos a nuestros alimentos, pasan unos exhaustivos controles por parte de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) al igual que los conservantes, sobre los cuales hablamos en un artículo anterior. Además, estas sustancias son revisadas minuciosamente por tal de garantizar la seguridad del consumidor. A través de unos estudios llamados de tolerancia, se determina la Ingesta Diaria Aceptable (IDA) para cada una de estas sustancias. Es decir, esa cantidad que las personas podemos consumir durante toda la vida sin ningún riesgo para la salud. De esta manera nos aseguramos de que se puede incluir en un alimento sin que repercuta en la salud del consumidor, ni a corto ni a largo plazo.
Estas sustancias pueden ser identificadas a través de la etiqueta de un producto. Además de indicar que es un colorante, se especifica cuál es a través de su nombre (por ejemplo, curcumina) o de una numeración que va desde el E-100 y hasta el E-180.
Estas sustancias pueden ser componentes naturales presentes en los alimentos u otras sustancias comestibles que, aunque no se consuman como alimentos por si mismas, se pueden utilizar para esta función. Un ejemplo de estos últimos es el carbón vegetal o colorante E153, un colorante vegetal que se obtiene de residuos vegetales como la madera y que se puede utilizar en la elaboración del queso francés Morbier y en algunos productos de la pesca elaborados. Aunque los colorantes alimentarios naturales son de uso más común en la Unión Europea, también se utilizan colorantes artificiales.
1. No todos los productos pueden contener colorantes.Siguiendo el reglamento nº 1333/2008 de la Comisión Europea, alimentos como las aguas embotelladas o los huevos no pueden contenerlos. Además, este mismo reglamento tampoco contempla su uso en alimentos que no han sido elaborados (pueden haber sido cortados, refrigerados o congelados pero que no se les ha aplicado un tratamiento que cambie su estado natural) a excepción los preparados de carne.
2. No pueden utilizarse para engañar al consumidor. Aunque puede parecer muy obvio, la ley prohíbe utilizar colorantes que proporcionen colores a los productos para que parezca que contienen ingredientes que realmente, no se encuentran. Por ejemplo, añadiendo un pigmento de color verde para hacer creer al consumidor que una hamburguesa contiene espinacas, cuando realmente no están presentes.
3. Los colorantes alimentarios con denominación “quantum satis” son aquellos tan seguros, que no necesitan tener una cantidad máxima a utilizar para la elaboración de los alimentos. Pero, aunque no exista este límite en forma de número, sí se les pide a los fabricantes que sean responsables y utilicen estos colorantes en la cantidad justa y necesaria para lograr las características de su producto. Un ejemplo es el colorante “rojo de remolacha”, que le proporciona al producto un característico color entre rojo y morado.
4. Un mismo colorante puede ser natural o artificial. El mismo pigmento se puede obtener de una fuente de origen natural o se puede generar de forma artificial mediante su síntesis en laboratorio. Un ejemplo es el caroteno, el cual se puede obtener de forma natural de un alimento de origen vegetal como las zanahorias; o puede sintetizarse de forma artificial.
5. Este tipo de aditivo le aporta un mayor atractivo al producto. Esto es porque al tener un color más llamativo e intenso es capaz de generar una mayor atención y mejor aceptabilidad.
6. Los pigmentos naturales pueden ser de origen animal o mineral, además de vegetal.
7. Los aditivos alimentarios autorizados también pueden utilizarse en la elaboración de piensos para animales, aunque deben cumplir unos requisitos distintos.
Los colorantes son útiles para reparar la pérdida de color de los alimentos, haciendo que estos sean más atractivos y aceptables por parte de los consumidores. Incluso pueden llegar a ser útiles para evitar el desperdicio de alimentos, ya que tal y como apunta la Comisión Europea en su portal CORDIS, algunas investigaciones apuntan a utilizar restos de comida para elaborar colorante sostenible. Su uso es perfectamente seguro siguiendo el marco de la legislación europea, por lo que podemos consumir los alimentos que la contienen con total garantía y tranquilidad.